jueves, 29 de octubre de 2015

Constelaciones

Cuando los seres humanos observamos las estrellas, nos vemos con el impulso de encontrar
alguna clase de ordenamiento, algún tipo de forma geométrica entre las mismas. También es
posible que, casualmente, una determinada distribución de estrellas nos recuerde inmediatamente algún animal, objeto o cualquier otra cosa de nuestra experiencia diaria. Fue así como, desde tiempos inmemoriales, los antiguos observadores del cielo comenzaron a establecer patrones dentro de esa distribución caótica de estrellas.

Por ejemplo, un grupo de estrellas brillantes que aparentemente conforman una especie
de triangulo, recordaba a varios pueblos antiguos la cabeza de un toro". Pero, lo que para
unos era la cabeza de un toro, para otros podría ser la punta de la flecha" o el "triángulo" o
cualquier otra figura más elaborada. Cada quien se vio con la libertad de interpretar y bautizar
dicho grupo de estrellas conforme a sus creencias, vivencias y tradiciones. Otras agrupaciones
de estrellas correrían igual suerte. Lentamente surgieron caballos, leones, pescados,
perros, serpientes, etc. También aparecerían dioses y héroes mitológicos.

Un número significativo de constelaciones utilizadas hoy en día nos vienen directamente
de los antiguos griegos. Sin embargo, las investigaciones históricas que se han hecho al respecto
apuntan a que restos copiaron algunos de los patrones que astrónomos babilonios y
sumerios usaban ya unos 2000 A.C. El origen de los nombres de algunas de las constelaciones mías populares se pierde, pues, en las profundidades del tiempo.





Antiguamente eran conocidas 48 constelaciones, las cuales, con cambios muy sutiles, son prácticamente idénticas a las que se usan en astronomía actualmente. Sin embargo, existía una que otra región del cielo que no era cubierta por algún tipo de figura, esto es, existían parches en la bóveda celeste que no estaban rotulados con el nombre de alguna persona, animal o cosa, particularmente aquellos sectores del cielo que son imposibles de observar desde las latitudes en que vivieron babilonios, Egipcios y griegos. Estos vacíos (sobre todo la región que rodea el polo sur celeste) fueron lentamente llenados por hombres de la talla de Gerhardus Mercator (1512-1594), Johannes Hevelius (1611-1687) y Nicolas-Louis de Lacaille (1713-1762), este último llegando a introducir 14 nuevas constelaciones. Con el tiempo, cualquier sector de la bóveda celeste estuvo "dentro" de alguna constelación definida.



En la primera reunión de la Unión Astronómica Internacional (UAI), en el año de 1922,
oficialmente se adoptó la lista completa de 88 constelaciones que usamos hoy. De la misma
manera que en cualquier terreno, isla, pueblo o ciudad existente en el continente americano
pertenece a alguno de los 36 países oficialmente allí reconocidos, así, cualquier estrella,
nebulosa, galaxia, etc., \pertenece" a alguna de las 88 constelaciones en que se ha dividido
el cielo. Para evitar confusiones y malos entendidos los países establecen fronteras lo más
definidas posibles entre ellos. De igual forma, los astrónomos se vieron en la necesidad de
establecer fronteras entre las mismas constelaciones, las cuales se definieron por medio de coordenadas ecuatoriales ya para el año de 1930.


Por lo tanto, el concepto moderno de constelación es distinto del que le dieron los antiguos.
Para nosotros ya no se trata de "un grupo de estrellas que nos recuerda determinado
dios, persona, animal o cosa", sino más bien una constelación es tan solo una de las 88
partes en que arbitrariamente se ha dividido la bóveda celeste.

El concepto de constelación es útil porque nos permite ubicar rápidamente un cuerpo
celeste en un sector definido del cielo. Para alguien que conoce la bóveda celeste, tendría una buena idea de donde se encuentra digamos la Luna si se le dice que está, para un instante
dado, en la constelación de Cáncer.

Las constelaciones que casi todo el mundo ha oído mencionar -aunque muy pocos tienen
la habilidad de distinguir unas cuantas a simple vista- son sin duda las zodiacales: Aries (el
carnero), Tauro (el toro), Géminis (los gemelos), Cáncer (el cangrejo), Leo (el león), Virgo
(la virgen), Libra (la balanza), Escorpión, Sagitario (el arquero), Capricornio (la cabra),
Acuario y Piscis (los peces). La astrología ha tenido mucho que ver en la fama de estas doce
constelaciones. La difusión que tienen entre la mayoría de la población se debe al hecho
de que la eclíptica (la trayectoria aparente que describe el Sol por entre las estrellas) pasa
a través de estas constelaciones. Siendo estrictos el número de constelaciones zodiacales
debería ser de 13 y no de 12, pues la eclíptica atraviesa parte de la constelación de Ofiuco
(el portador de serpientes). Debido a la pequeña inclinación que tienen los planetas (salvo
el planeta Plutón) y la Luna con respecto al plano de la eclíptica, es un hecho que estos cuerpos celestes se encuentren ubicados permanentemente entre las constelaciones zodiacales.





Catalogo de estrellas


El primer catálogo de estrellas propiamente dicho se atribuye a Ptolomeo en el siglo II A.D.
Se ha sugerido que Ptolomeo lo que hizo fue copiar y actualizar ligeramente el trabajo hecho
en el mismo sentido por el celebré astrónomo griego Hiparco en el siglo I A.C. Pero
las evidencias históricas apuntan a que Ptolomeo obtuvo por sí mismo las posiciones de al
menos 850 estrellas de las 1022 que aparecen en el Almagesto. Es de notar que el catálogo
de Ptolomeo permaneció en uso por más de quince siglos, haciéndose obsoleto sólo hasta
bien entrado el Renacimiento. Con la aparición de Tycho Brahe a finales del siglo XVI
comenzó a aparecer el espíritu de la búsqueda frenética de la exactitud en las observaciones astronómicas. Con ayuda de cuadrantes y sextantes monumentales (el telescopio fue utilizado
por primera vez con fines astronómicos por Galileo ocho años después de la muerte de
Brahe), el hábil astrónomo danés midió las posiciones de 1000 estrellas. Puesto que el poder
de resolución de un ojo normal humano alcanza los dos minutos de arco, es de suponer que
las observaciones de Brahe alcanzaran una precisión de dos a cuatro minutos de arco. Un
catálogo equivalente al de Brahe pero para el hemisferio sur celeste tuvo que esperar hasta
unos 90 años después, cuando Edmond Halley publicó las posiciones de unas 350 estrellas
fruto de observaciones realizadas por una expedición británica en una diminuta isla ubicada
en el Atlántico Sur llamada Santa Helena.


El primer astrónomo real de Inglaterra, John Flamsteed, fue el primero en utilizar el
telescopio para medir las posiciones de las estrellas. El catálogo de sus observaciones, que
contiene unas 3000 estrellas, llamado Historia Coelistis Britannica, fue publicado completo
seis años después de su muerte. El tercer astrónomo real de Inglaterra, James Bradley,
logró, a los pocos años, medir las posiciones de estrellas con la precisión de unos cuantos
segundos de arco, por lo que no es de extrañar que haya descubierto él mismo los fenómenos
de nutación y aberración anual. Ya para comienzos del siglo
XIX Friedrich Bessel lograría precisiones del segundo de arco o menores, lo que le permitiría
con el tiempo ser el primero en detectar la paralaje de una estrella.

Hoy en día existen los denominados catálogos fundamentales. La idea es seleccionar algunas
estrellas a las cuales, paciente y dedicadamente, se les determina su posición con extrema
exactitud. Los catálogos fundamentales se realizan con base en las llamadas observaciones
fundamentales (circulo meridiano). La fotografía sirve para determinar posiciones de las
demás estrellas con base en las estrellas fundamentales. Con ayuda de las placas fotográficas
tomadas a intervalos regulares es posible determinar movimientos propios y paralajes. Una
lista de esas estrellas que contengan las posiciones y movimientos propios (preferiblemente
también su velocidad radial y paralaje) con respecto a un equinoccio estándar y una época
determinada (1950.0, 1975.0, 2000.0) que se distribuyan regularmente a través del cielo,
es llamada un catalogo fundamental. Las posiciones de las demás estrellas se miden con
respecto a las estrellas que constituyen el catalogo fundamental.


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